CUENTOS POR CALLEJAS

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sábado, 17 de abril de 2010

CUBA(y II)



Después de lo dicho anteriormente debo manifestar que no soy socialista ni comunista ni nada por el estilo.

 Solamente soy un católico que busca la verdad y la justicia. Algunas veces sucede que en su búsqueda te encuentras esas virtudes donde menos lo esperas, pero lo correcto es reconocerlas y respetar a quienes las ejercen sin menoscabo de que surja la crítica cuando sea necesario.

 Las acusaciones de que no se han respetado los derechos humanos en Cuba habría que examinarlas con lupa. Estos supuestos disidentes políticos fueron juzgados públicamente y la documentación está disponible para aquellos que deseen estudiar cada caso. No soy tan ingenuo como para no creer que desde 1959 no se haya cometido alguna injusticia, pero que nadie tire la primera piedra, pues el Gorila del Norte nos ha dado muestras en más de una ocasión de barbaridades estremecedoras.
 Bastantes ciudadanos estadounidenses han acusado a sus propios gobiernos y me remito, por ejemplo, a uno de los documentales del cineasta Michael Moore.

 Por otra parte, España debería mirar a Cuba como a alguien de la familia, entrañable familiar al que nunca debemos olvidar, pues la población cubana se nutrió de numerosos migrantes españoles que durante el siglo xx encontraron en aquella isla la tierra prometida que anhelaban.

 No nos pongamos en el pelotón de los que tiran piedras a Cuba. Yo no apedrearía a mi hijo o a mi hermano por malos que fuesen. Mejor una política de mano tendida que ese telón de acero que paradójicamente se ha puesto alrededor de la isla, cerrándole la posibilidad de un desarrollo económico al que tiene derecho.

¿Acaso los EEUU negaron la venta de trigo a la URSS cuando esta última sufrió un año de pésima cosecha?

 Reino Unido es un país cuyos políticos han mostrado siempre un cuidado exquisito con las naciones que formaron su Imperio y que ahora se llaman de la Commonwealth.
 Por cierto, fue Simón Bolívar quien les dio la idea cuando propuso la creación de una comunidad de naciones de cultura hispánica encabezadas por España. El Libertador de América tenía una aguda visión política.

 España, como de costumbre, se encogió de hombros.

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