CUENTOS POR CALLEJAS

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domingo, 17 de octubre de 2010

POLÍTICA EXTERIOR ESPAÑOLA (III)



Decíamos en el capítulo anterior que el siglo XIX fue nefasto para la política exterior española. No vamos a hablar de la independencia de los países americanos porque eso era inevitable, es una constante histórica. Sin embargo, hubiese sido deseable que España y los países independizados hubieran formado un bloque de proyectos comunes que nos habrían convertido en una fuerza de enorme peso en el mundo. Lo que deseaba Simón Bolívar, como ya se dijo.

Como esto es sólo un repaso sobre los hechos acaecidos en los tiempos modernos no vamos a hablar con detalle de todas y cada una de las estupideces de nuestros dirigentes. Por supuesto, de la política interior mejor no hablar. Hubo una firme intención de autodestruirnos, como dijo Von Bismarck, pero no lo conseguimos.

Pero sigamos con lo nuestro. Tal vez en la historia de las naciones europeas no haya algo tan extraordinario, insólito, absurdo, necio y degradante para nuestra autoestima como la conquista de un país para regalárselo a otro. ¿Increíble? Pues eso fue lo que sucedió en 1858 cuando un ejército español con base en Filipinas y comandado por el coronel Palanca inició la conquista de Indochina a petición del gobierno francés que no podía con su escaso número de tropas en el Sudeste asiático emprender la conquista de los territorios que hoy constituye la zona meridional de Vietnam, al Sur de Camboya. Los aguerridos soldados españoles, acostumbrados al terrible clima de los trópicos y al combate en la jungla solucionaron el problema a los franceses. Resultado: el botín de guerra se lo quedó el ejército francés. El territorio regado con sangre española pasó a ser posesión francesa. España no recibió nada, absolutamente nada de aquella gloriosa aventura de la que nuestros políticos no sacaron ventaja alguna con total desprecio de la heroicidad de los soldados españoles. Es tristemente irónico que un siglo después españoles de la Legión Extranjera de Francia defendieran con sus vidas la base de Dien Bien Fu. Como dijo Blasco Ibáñez: "No hay lugar en el mundo donde no haya una tumba española".

Cuando se reflexiona ante tanta torpeza hay que preguntarse si es pura imbecilidad o existe una extraña faceta psicológica que no soy capaz de distinguir. Lástima que el eminente psiquiatra y escritor Juan Antonio Vallejo-Nágera no esté ya entre nosotros porque su aguda pespicacia habría dado alguna explicación a tanto disparate. Me inclino a pensar, por otra parte, que las traiciones de los masones españoles estaban condicionados por sus ideales que, sabiamente dirigidos por los jerarcas británicos los inducían a unas acciones execrables pero que aquéllos creían nobles. Algo así como un fanatismo filosófico. 

Pero, ¿y todo lo demás? Porque no creo que toda la política exterior española estuviese manipulada por la masonería. Buena oportunidad para un trabajo de investigación que está por realizar. A lo mejor sí que hay alguno por ahí que está oculto para la mayoría de la gente.

En el próximo capítulo entraremos en el siglo XX, que también tiene tela para cortar.

2 comentarios:

Pilar dijo...

Sobre estos temas es muy difícil hablar porque hay que contextualizarlos y la información histótica siempre es parcial. Lo que vivimos en la actualidad es consecuencia de las políticas colonizadoras que entonces estaban justificadas y hoy, sin justificaci´ñon, se perpetúan. Nadie tiene derecho a invadir y hacer suyo un país, aunque tiene una lógica en su momento. Desde la política internacional contemporánea resulta extgraño justificar las invaisones, aunque se hagan en nombre de la democracia, siempre tienen un nombre. El conflicto que hoy vive el Sahara ocupado por Marruecos, aunque parezca mentira, tiene que ver con la descolonización americana: España, como Francia y G.Bretaña, centraron sus intereses colonialistas en el norte de África, para luego vergonzosamente Espapña entregar a los pueblos ocupados a otros países, en este caso Marruecos. El desprecio por los pueblos y su determinación fue supino. No creo en las colonizaciones, ni pienso que se deban reivindicar.
Saludos

FEPETE dijo...

Hola, Pilar. Comprendo y respeto tu postura. No soy colonialista, aunque lo pueda parecer. Mi única intención es hacer constancia de la tradicionalmente torpe diplomacia española frente a las de otros países tan colonialistas como España, pero infinitamente más astutos y hábiles.
Gracias por tu comentario.