CUENTOS POR CALLEJAS

Hay base en la realidad y/o en la ficción en todo cuanto opino y/o narro.

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viernes, 23 de marzo de 2012

GORDOS Y DEPRIMIDOS



La Organización Mundial de la Salud prevé que para nuestro siglo XXI los mayores peligros para la salud humana serán la obesidad y la depresión.


Me parece que estas predicciones son algo aleatorias porque ¿quién demonios puede pronosticar para tanto tiempo? Sin embargo, vemos, al menos, algunos indicios de lo que dice la OMS.


En la ciudad donde vivo, la más meridional de la Península, veo una  considerable cantidad de gente obesa. Son mayores pero también hay numerosos jóvenes, hombres y mujeres, a los que por su edad, a mi entender, no les corresponde ese exceso de peso. Como haya médicos que se dediquen a combatir la obesidad se van a forrar.


¿Qué es lo que ocurre? ¿Será la alimentación? Seguro que sí. La influencia de la alimentación norteamericana es evidente: hamburguesas, colas, bollería industrial y otras cosas, han hecho de las suyas.


Miren por donde, yo profesé de gordo cuando llegué casi a los cien kilos. Así que me propuse seguir la dieta mediterránea, ésa que se supone que deberíamos seguir los españoles, pero que en realidad ésta está abandonada por tanta gente.


Bueno, pues yo la seguí, y heme aquí que hace tiempo que no peso más de setenta kilos. Algo positivo he sido capaz de hacer. ¿Y eso de la depresión? Pues probablemente la gordura lleve a esa situación.


Dicen los psiquiatras que la depresión puede tener una causa exógena, o puede ser de origen endógeno. Pero, ¿por qué ese aumento previsto para el siglo XXI?


Se supone que el progreso sanitario y todo eso nos impulsaría a un mundo más feliz. ¿Acaso es que bienestar y dicha se reservara para una clase selecta, como dice Aldous Huxley en Un mundo feliz.




¡Vaya campo de estudio para psicólogos, sociólogos y antropólogos! No quiero ser pesimista, pero si ese posible futuro no lo pintamos más alegre, estamos listos.


Hagamos un experimento: ¿qué tal si ejercitamos la fraternidad, la comprensión y la paciencia? Por mi parte voy a intentarlo. A ver qué pasa.

martes, 6 de marzo de 2012

SOBRE LA TIMIDEZ, MÁS UN POCO DE DEPRESIÓN



Hace días escribí sobre la timidez, o, mejor dicho, sobre la que yo sufrí en un período de mi vida. Pero tengo que volver a hablar sobre ese asunto; sencillamente me lo han pedido.

Esto es como resucitar a mis viejos fantasmas, pero tal vez ayude a otros. Y el doctor Rojas Marcos diría que expresar viejos recuerdos desagradables es una terapia.

Bueno, está bien. Relataré un episodio que fue algo próximo a lo grotesco o absurdo.

Tenía que sufrir un examen para lograr cierto título importante para mi trabajo. Lo de sufrir un examen era literalmente cierto, porque la maldita prueba era oral y pública. O sea, un montón de gente me vería temblar, balbucear y hacer un papel espantoso.

¿Qué podía hacer? Recurrir al viejo recurso de los tímidos. Me harté de beber alcohol con la esperanza de ahogar mis terrores. No sé cómo a veces funciona nuestro organismo, mas después de la ingesta de mi ración de licor me vi con un estado casi eufórico, dispuesto a enfrentarme a aquel temible tribunal. Sucedió algo sorprendente. Al oír que me nombraban para subir al estrado, sentí como si se evaporara todo lo que había bebido. Mi cabeza se volvió fría, y el pánico volvió a invadirme.

Pasé el examen como a tropezones, pero logré el aprobado. ¿Y los efectos de la bebida? Habían desaparecido por arte de magia, pues nunca encontré una explicación.

Aquella rara experiencia me hizo pensar en los sorprendentes fenómenos que tienen lugar en las personas por obra, creo yo, de nuestro cerebro. La autoinmolación de esos monjes budistas que se queman impasibles; aquellos que ayunan de forma inconcebible; y tantas, tantas hazañas inalcanzables para la mayoría de los mortales.

Tuve que poner en funcionamiento toda mi voluntad para ir venciendo a aquel demonio de la timidez, el cual seguramente también provocaba una amarga depresión que me invalidaba para muchas cosas.