CUENTOS POR CALLEJAS

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sábado, 21 de septiembre de 2013

¿HISPANOAMÉRICA O LATINOAMÉRICA?



Durante mucho tiempo en España se utilizaba el término Hispanoamérica para referirnos a los países que fueron territorios del Reino español.

Comprendo que si hace mucho que dejaron de pertenecer a la Corona, tal apelativo no debe utilizarse. No decimos Angloamérica para hablar de USA o Canadá, por consiguiente lo de Hispanoamérica no tiene sentido.

En mi opinión, lo correcto sería Suramérica y no Latinoamérica, porque los latinos son los naturales del Lacio, región de la Roma antigua, y, que yo sepa, no fue desde allí desde donde se hizo el descubrimiento y la exploración de las tierras americanas.

Otra denominación sería América Meridional, y los matices de América Central y América Insular.

Quiero recalcar que la positiva influencia de los países sudamericanos sobre nuestra lengua castellana y nuestra literatura dio lugar a la aseveración de un escritor español, quien dijo:

"No sé si los países del otro lado del Atlántico son hispanoamericanos, pero España sí es hispanoamericana."

miércoles, 18 de septiembre de 2013

INTELIGENCIA Y BONDAD



Siempre me ha fascinado la inteligencia. Conocer las conquistas del cerebro humano es apasionante.

Supongo que hay estadísticas que digan el porcentaje de inteligentes entre la población. Otra faceta es la genialidad. Esto sí que es difícil de contabilizar. ¿Uno por cada millón de habitantes? ¿Cada diez millones? La respuesta puede ser más difícil, más aleatoria. Pero ahí están los hombres y mujeres geniales que han brillado en la historia de la Humanidad.

Lo contrario de todo esto es la estupidez. ¡Cielos! ¡Qué cantidad encontramos! En estos tiempos lo vemos especialmente entre los políticos, pero hay que echarse a temblar si a la idiotez se le añade la maldad, con lo que ya tenemos un cóctel infernal.

Parece ser que en ocasiones la estupidez es temporal, como en el caso de los enamorados, que mencionaba Ortega y Gasset. En cualquier caso, me remito a la divertida obra que escribió Jonathan Swift titulada "Hospital para imbéciles", mediante la cual se proponía una terapia para los de su época, y creo que también serviría para la nuestra.

Que conste que yo podría incluirme en tan benemérita institución por las necedades que haya cometido.

Bueno, ¿y qué tiene que ver con el título de este escrito? Es decir, con la bondad. Pues que la inteligencia, el talento y la genialidad son naturales, es decir, que inevitablemente surgen según un porcentaje que la naturaleza determina.

La bondad no es natural. En el reino animal, al que pertenecemos, la supervivencia es para los más listos y los más fuertes. Es un mundo cruel e implacable. La bondad no existe en este hábitat.

Entonces, ¿cómo es posible que veamos personas que con su buen quehacer transforman su entorno e influyen en el mundo?

Hay que matizar que si la bondad no es natural, tampoco es antinatural. Este último es autodestructivo; el otro es creativo y no combate a la naturaleza, sino que la supera.

Lo compararía con esas aves que vuelan tan alto y recorren miles de kilómetros, en contraste con los animales que caminan o reptan sobre la tierra.